Especial riego: todo lo que necesitas saber para regar tu huerto casero

Cómo regar tu huerto casero

Una de las preguntas que más nos hacen en cualquier conversación sobre huertos y cultivos es “cuánto y cada cuánto tiempo tengo que regar”. Regar en exceso o de menos es una de las cosas que más inquieta a las personas que comienzan a cultivar en casa, pero eso no debería preocuparte demasiado. Sigue los consejos de este post y descubre las señales para saber identificar cuánto riego necesitan tus plantas.

Para bien o para mal, no hay una respuesta única ni una fórmula mágica que funcione para todas las plantas, climas y estaciones del año. Sin embargo, sí hay una serie de indicios y reglas que puedes aplicar. Vamos a verlas paso a paso. Antes de nada…

¿Por qué es necesario regar las plantas?

Aunque parezca una obviedad, queremos recordar que el riego es fundamental para el aporte de nutrientes a los cultivos: además de obtenerlos del sustrato, también obtienen nutrientes del agua, fundamentales para que las plantas se desarrollen.

Por ello, la primera recomendación es que tengas agua a mano cerca de tus plantas y que te hagas con un recipiente que te sea cómodo tanto para transportar el agua como para verterla en tu huerto. Si lo que tienes es un pequeño huerto urbano en casa, esto se soluciona fácilmente con una regadera o pulverizador.

En cambio, si tienes un huerto más grande, es muy conveniente que, de cara las vacaciones, instales un pequeño sistema de riego automático. En este post te demostramos ¡que es mucho más sencillo de lo que te imaginas!

La importancia del drenaje

Antes de hablar de cantidades, queremos recordar que es fundamental que el huerto, el maceto-huerto, las jardineras o cualquiera que sea el recipiente en el que cultives, tiene que tener un adecuado sistema de drenaje. No te asustes, los agujeritos que tienen las macetas en la base son justamente eso. Basta con que compruebes que los tienen y que están abiertos (a veces las macetas vienen con la perforación hecha a medias y tienes que empujar un poco para despegar ese trocito). Si son muy grandes, coloca una pequeña piedrecita sobre los agujeros para que no pierdan demasiada agua. Por otro lado, el platito de debajo de las macetas también tiene su función (más allá de no manchar el suelo con un posible exceso de riego): ayuda a mantener la humedad de la planta.

Diferencias entre cultivos: cantidad y frecuencia

Cada tipo de cultivo tiene unas necesidades distintas en cuanto al riego: por ejemplo, tendrás que regar más a menudo una lechuga que una planta de romero. Es conveniente que, con cada cultivo que comiences, leas información sobre la frecuencia de riego recomendada. Eso sí, recuerda que no hay una fórmula universal: toma las instrucciones como un punto de partida y ve experimentando cómo reacciona tu planta en particular.

Por ejemplo, las tomateras necesitan un riego abundante y profundo, mientras que el tomillo se conforma con un riego más moderado, de ahí la importancia de agrupar los cultivos según sus necesidades hídricas, diferenciando distintas zonas de riego (hidrozonas).

Ordenadas de mayor a menor necesidad de agua, tenemos:

– Primero los cultivos de hoja, como lechugas, acelgas, espinacas, así como las aromáticas herbáceas (perejil, albahaca, menta…).
– Luego los frutos carnosos, como calabacín, pepino, berenjena, tomate…_ – A continuación, los frutos que pueden aguantar más antes de ser consumidos una vez recolectados: ajos, cebollas, patatas, zanahorias…
– Y finalmente las aromáticas leñosas o semileñosas como el romero o el tomillo.

Cultivo de lechugas
Las lechugas, cultivo de hoja, necesitan riego abundante

Cambios en el riego según la estación

Lo que sí tienes que tener en cuenta es que tendrás que variar el riego dependiendo de la época del año: un cultivo que en invierno necesita riego cada tres días, puede necesitar agua dos veces al día durante el verano, como el laurel.

De forma muy general, podemos decir que:

– En verano tenemos que regar dos veces al día de forma abundante (al amanecer y anochecer).
– En primavera o época de floración una vez al día de forma generosa.
– En otoño diariamente o días alternos, pero en menor cantidad.
– En invierno podemos regar cada dos o tres días, dependiendo del resto de factores que estamos mencionando.

Momento vital del cultivo

Cuando siembras en semilleros o las semillas directamente en tierra, éstas necesitarán menos agua en esta fase de germinación, ya que las semillas en sí son un acúmulo o “almacén de nutrientes”, que cuando se están desarrollando. En la floración y fructificación, la planta necesita más sustancias, o sea, más agua que las contenga, para hacer este esfuerzo reproductivo.

Riego de semilleros

Recuerda que los semilleros o macetas en las que aún no han germinado las semillas, deben regarse con un pulverizador de agua, para que el riego sea delicado; un chorro de agua de una botella o regadera podría desplazar la simiente y encharcar el semillero.

Semilleros
Los semilleros necesitan poca agua y ser regados con un pulverizador

El clima de tu localidad

Además de la estación del año, es fundamental tener en cuenta cómo es el clima donde tú vives y donde está ubicado tu huerto casero: no hay la misma humedad, pluviosidad y temperatura en Santander que en Badajoz.

El recipiente también importa

Quizás tu huerto sea de madera, arcilla, plástico, piedra… Esto también influye: mientras la arcilla y la madera son más porosas y transpirables, la piedra y el plástico lo son menos. Cuanto más pequeño sea el recipiente más tenderá a recalentarse el sustrato (si está en exterior).

Interior o exterior

También has de tener en cuenta si tus plantas están dentro o fuera de casa. Si están fuera, cuenta con que también recibirán el agua de la lluvia, así como el rocío y el sol directo. Si están en el interior, solamente recibirán el agua que tú les proporciones.

Plantas cultivadas en exterior
Las plantas que están a la intemperie reciben también el agua de lluvia y la humedad del rocío

Hablemos del agua

¿Qué agua le damos a las plantas de nuestro huerto? En la mayoría de casos, el agua del grifo es más que suficiente. Eso sí, las plantas prefieren el agua de lluvia, por lo que si tienes la opción de tener un recipiente para recoger agua de lluvia tus cultivos lo agradecerán. Si no, también puedes llenar  una garrafa y esperar varios días para que pierda el cloro antes de echar el agua a tus plantas. Recuerda que tiene que estar a temperatura ambiente: ni fría ni caliente.

¿En qué momento del día riego?

Siempre es mejor regar a primera hora del día o a última hora de la tarde, excepto en invierno que no se recomienda por la noche, ya que las temperaturas serán bajas y pueden contribuir a quemar las plantas por efecto del frío. En caso de que se produzcan heladas por la noche, tendrás que regar (con agua a temperatura ambiente, no tibia ni caliente) por la mañana para que el hielo se deshaga. Si riegas en las horas de más sol estarás desaprovechando agua, pues ésta se evaporará con facilidad y no será aprovechada por tus cultivos.

¿Dónde echo el agua?

De nuevo, puede parecer una obviedad, pero es mejor mencionarlo por si acaso: el agua debe verterse sobre el sustrato. Retira ligeramente las hojas y no las mojes, ya que si quedan gotitas sobre ellas pueden ser quemadas por los rayos de sol, ya que las gotas harán efecto lupa.

Sobre esto hay excepciones: algunas plantas de zonas tropicales, como la alocacia (conocida como oreja de elefante) o la costilla de Adán, agradecen que se les pulverice agua en las hojas para combatir la sequedad ambiental y tener una mayor hidratación.

Hoja de alocacia
Oreja de elefante: excepción que sí permite y agradece el riego en las hojas

La prueba del dedo

Una de las formas más sencillas para saber si una planta necesita ser regada es la “prueba del dedo”. Es tan sencillo como poner un dedo sobre el sustrato e introducirlo. Si el dedo está manchado cuando lo retires, es decir, se le ha quedado tierra pegada, tu planta aún tiene agua (el sustrato estará de color más oscuro). Por el contrario, si tu dedo sale prácticamente limpio será que la tierra está seca (el sustrato estará más claro).

Algo más que agua

En el agua de riego puedes añadir algunos ingredientes naturales que beneficiarán a tus plantitas y potenciarán su desarrollo: infusión de cola de caballo, jabón potásico correctamente diluido, infusiones de ortiga, etcétera, que actúan como abono natural y repelente de insectos.

Por otro lado, para optimizar el riego y evitar que se evapore el agua, es conveniente siempre que sea posible, cubrir el sustrato con acolchado o mulch, por ejemplo corteza de pino o restos de poda triturados.

Exceso de riego

Aunque la mayoría de la gente piensa que se le mueren las plantas por no regarlas, lo cierto es que gran parte de las que fracasan suele ser por exceso de riego. Si tu huerto recibe más agua de la que puede gestionar y utilizar, se producirá encharcamiento, asfixia radicular (las raíces no podrán “respirar”) y se propiciará la aparición de hongos y otras enfermedades.

Falta de riego

Cuando los cultivos reciben menos agua de la que necesitan se producen déficits en el crecimiento de la planta, las flores y los frutos. Si las hojas están amarillentas y crujen si las aprietas, esa planta necesita agua urgentemente. En este caso, si la planta está en una maceta o recipiente manejable, lo más adecuado es recurrir al riego por inmersión.

Riego por inmersión

Esta técnica de riego se hacía antiguamente, es posible que se la hayas visto practicar a tus abuelos. Consiste en sumergir la maceta en un cubo o barreño de agua hasta que cubra el sustrato. Cuando lo hagas, verás que comienzan a salir burbujitas. En el momento en el que ya no salgan más burbujas, sabrás que la planta ya ha cogido el agua que necesita. Sácala del cubo y déjala escurrir. Esta técnica es un tratamiento de choque  para plantas con una deficiencia de riego importante.

Riego por goteo

El riego por goteo es una solución ideal para huertos de mayores dimensiones. Consta de una toma de agua, un programador, una serie de vías y unos goteros, o bien cintas de exudación, que son tuberías flexibles y porosas de las que sale agua por toda su superficie. Hay que calcular el caudal necesario para las medidas del huerto y para los cultivos que tengas en esa época del año. Si tu huerto casero es de dimensiones reducidas, no necesitas instalar este sistema. Y si es más grande, consulta este post súper completo sobre cómo instalar un sistema de riego por goteo automático.

Riego en vacaciones

Recuerdo que en mi niñez las vecinas de mi abuela dejaban sus macetas metidas en barreños llenos de agua y se iban de vacaciones varias semanas o hasta un mes. A día de hoy hay gente que sigue pensando que es la mejor manera de que sus plantas no mueran durante las vacaciones, pero en realidad es una práctica que no las beneficia. Es mucho mejor optar por el riego por capilaridad o por goteo casero (te lo explicamos en detalle en este otro post sobre riego en vacaciones).

¿Ves qué sencillo? Con estos consejos, tu sentido común e ir experimentando, sabrás en cada momento cuánto riego necesitan tus plantas.

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